Auditoría Pública nº 73. Revista de los órganos autonómicos de control extreno

6 Junio nº 73 - 2019 ENTREVISTA parte de todo esto, no ya su incremento sino su mero mantenimiento, no es posible sin una energía abundan- te y barata. A fin de cuentas, aunque podamos convenir en que la creatividad humana es infinita, la innovación tecnológica requiere de una base material, y de energía. Y no hay sustitutos, ni ahora que ya se requieren, ni en el horizonte. A juzgar por la evolución geológica de las principales cuencas desde su inicio en 2009, el fracking norteamericano tiene los días contados; y si atendemos a sus cuentas, no ha sido rentable desde el comienzo, ni energética ni económicamente. Además, las errónea- mente denominadas energías renovables (porque en realidad se trata de sistemas industriales no renovables para la captación y el aprovechamiento de energías re- novables) requieren de una base energética fósil para su desarrollo, que está limitado tanto por las leyes de la ter- modinámica como por numerosas restricciones físicas y materiales. ¿La fusión fría…? Ciencia ficción más allá del bosón de Higgs. Se nos comienza a acabar la energía que mueve nuestro mundo globalizado, y la ciencia converge al definir nuestra realidad: los límites del crecimiento es- tán aquí ya, son los límites físicos del crecimiento expo- nencial en un mundo finito, y han venido para quedarse; y nuestro sistema socioeconómico, impulsado por el cre- cimiento exponencial, es, evidentemente, cada vez más disfuncional en las circunstancias emergentes. Sin embargo, dentro del paradigma actual no cabe duda de que la medida del éxito nacional viene dada fundamentalmente por un PIB rampante, un PIB que crezca indefinidamente, cuanto más, mejor, preferi- blemente exponencialmente; mientras que, a pesar de la reciente incorporación de la responsabilidad social empresarial, la medida del éxito de la organización ra- dica sin duda en el Beneficio para toda organización capitalista. Pero en un mundo extralimitado, el creci- miento solo es posible mediante juegos multipersonales de suma cero, que poco a poco van dejando paso a los juegos de suma negativa, en los que todos perdemos . A.P . Entonces, intentar atenuar el cambio climáti- co y el desastre ecológico nos obliga a dejar de crecer en términos económicos. A su vez, la disminución de energía disponible también dificulta el crecimiento. Y estos diferentes problemas no parece que se puedan resolver exclusivamente con tecnología. Con todo ello, ¿qué tipo de economía nos depara el futuro? A pesar de que desde el actual paradigma socioeco- nómico se prometen la tecnología, la eficiencia, la susti- tución y el reciclaje como vías que nos llevarán hacia el futuro por la senda del crecimiento, los datos objetivos solo permiten afirmar que, como ya intuyera William Jevons en 1865, el crecimiento exponencial de la inno- vación desde el medievo se ha traducido en una mayor complejidad y en un incremento exponencial del con- sumo energético mundial, tanto en términos absolutos como per cápita. Hasta ahora, lo único cierto es que el desarrollo tecnológico, que ya da muestras de fatiga, no se ha traducido en una reducción del consumo energéti- co global sino todo lo contrario; y que por esa vía hemos precipitado un cambio climático de inminentes y dra- máticas consecuencias. Así mismo, nos ha conducido a un punto de presión sobre los recursos y los ecosistemas del planeta que amenaza la misma viabilidad de nues- tras sociedades en las próximas décadas. ¿Nos salvará la tecnología...? No es imposible, desde luego, pero parece poco probable a partir de la experiencia. Sin embargo, a pesar de disponer de las herramien- tas de análisis adecuadas, proporcionadas por enfoques como los de la Economía Ecológica y la Economía del Bien Común, que están demostrando su eficiencia y su eficacia, los principales stakeholders , una amplia mayo- ría de la academia y la práctica económica y empresa- rial, no solo no terminan de reconocer la gravedad y urgencia de la situación, sino que colectivamente com- parten y fomentan un marco cultural cuyos fundamen- tos chocan frontalmente con la realidad y retroalimen- tan positivamente su gravedad y urgencia. A.P . El panorama no resulta muy esperanzador… Ciertamente; reconocer y asimilar la realidad supone transitar el camino de las diferentes fases del proceso del duelo, pero también implica reestructurar profun- damente el paradigma desde el que conferimos sentido al mundo. Susto o muerte, en este sentido. El sistema que, entre alegrías y disgustos, nos ha re- sultado útil como guía del desarrollo humano sobre el planeta durante los últimos siglos, nos ha llevado tam- bién a una situación climática y ecológica que amenaza su misma viabilidad. Además, resulta ineficiente e inefi- caz para acometer los retos a los que como civilización nos enfrentamos, que no son sino la magnífica tarea de construir un sistema socioeconómico que nos permita organizarnos para una economía sin crecimiento, de estado estacionario, en el mejor de los casos, probable- mente pasando antes por un largo, y sin precedentes, periodo histórico de decrecimiento; un sistema socioe- conómico radicalmente diferente de lo que conocemos, en fin. A.P . En una economía sin crecimiento económico, los ingresos públicos tampoco crecerán. En esas con- diciones, ¿se puede mantener el estado de bienestar?, ¿cómo se debería proteger su continuidad?

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