Auditoría Pública nº 75. Revista de los órganos autonómicos de control externo

Los estudios realizados por McEwen, BS., Bowles, NP., Gray JD .16 demuestran que un historial de exposi- ción al estrés puede tener un impacto duradero en la reactividad al estrés y la función del hipocampo en el futuro. La recuperación de los cambios inducidos por el es- trés en la arquitectura neural después del estrés no es una “inversión” sino una forma de adaptación neuro- plástica que también puede verse afectada en los tras- tornos del estado de ánimo y reducirse con el enveje- cimiento. La resiliencia puede considerarse como un proceso activo que implica una plasticidad adaptativa continua sin intervención externa. La autorregulación de las emociones y los impulsos 17 dependen en gran medida de la interacción entre el cór- tex prefrontal (el centro ejecutivo del cerebro) y los cen- tros emocionales del cerebro medio, en particular los circuitos que convergen en la amígdala. La zona más importante para la autorregulación es el córtex prefrontal, que en cierto sentido equivale al “jefe bueno” del cerebro, el que nos guía en nuestro mejor momento. En la región dorsolateral de la zona prefron- tal se localiza el control cognitivo, que regula la aten- ción, la toma de decisiones, la acción voluntaria, el razo- namiento y la flexibilidad de respuesta. La amígdala es un punto desencadenante de la an- gustia, la ira, el impulso, el miedo, etcetera. Cuando ese circuito toma las riendas actúa como el “jefe malo” y nos conduce a realizar acciones de las que más tarde pode- mos arrepentirnos. La amígdala es el radar que detecta los peligros. El cerebro esta concebido como un instrumento de super- vivencia. En su esquema de funcionamiento la amígdala ocupa una posicion privilegiada. Si detecta una amena- za, en un instante puede tomar el mando del resto del cerebro (en especial del cortex prefrontal) y sufrimos lo que se conoce como “secuestro amigdalar”. El secuestro apresa nuestra atención y la dirige ha- cia el peligro en cuestión. Si estamos en el trabajo, al sufrirlo no podemos concentrarnos en nuestro cometi- do, solo pensar en lo que nos agobia. La memoria tam- bién deja de funcionar con normalidad y recordamos con más facilidad lo que tiene que ver con la amenaza y no tenemos tan claro lo demás. Durante un secuestro amigdalar somos incapaces de aprender y nos apoyamos en hábitos archisabidos, conductas que hemos aplicado una y otra vez. No podemos innovar ni ser flexibles. Las neuroimagenes captadas cuando alguien esta muy alterado muestran que la amigdala derecha en particular se encuentra extraordinariamente activa, asi como el cortex prefrontal derecho. El director del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, Richard Davidson 18 , ha llevado a cabo investigaciones muy importantes sobre las zonas prefrontales izquierda y derecha. Su equipo ha descubierto que cuando nos hallamos en pleno secuestro amigdalar o sometidos a emociones angustiosas se detec- tan niveles de actividad relativamente altos en el cortex prefrontal derecho, pero cuando nos sentimos muy bien (entusiasmados, llenos de energia, capaces de hacer cual- quier cosa) se moviliza la zona prefrontal izquierda. Según un estudio realizado 19 para evaluar cómo afec- taban los niveles de cortisol en la estructura del cerebro y en el desarrollo del rendimiento, se llegó a la conclu- sión de que los niveles más elevados de cortisol se aso- ciaron con volúmenes cerebrales más bajos y problemas de memoria en adultos asintomáticos más jóvenes y de mediana edad, siendo evidente la asociación particular- mente en mujeres. El cerebro 20 es el organo central de respuesta al estres y es vulnerable pero resistente; se comunica reciprocamente con el resto del cuerpo. Las experiencias estresantes pueden precipitar tras- tornos psiquiatricos mayores como la esquizofrenia, enfermedad bipolar, trastornos de ansiedad o depresion mayor. El cerebro percibe y determina que es amena- zante y elabora las respuestas fisiologicas y conduc- tuales para responder al estresor que no solo promue- ven la adaptacion (alostasis) sino que contribuyen a la fisiopatologia (carga alostatica) cuando esa respuesta genera subreutilizacion de recursos y disrregulacion. La alostasis se refiere a los multiples procesos neu- rales y sistemicos adaptativos y que promueven la su- pervivencia que se activan ante experiencias nuevas y potencialmente amenazadoras. La carga y sobrecarga alostatica representan los grados de severidad de un efecto acumulativo en el cuerpo y el cerebro, que reconocen los mismos mediadores, cuando se usan en exceso y se desregulan entre si (p. Ej., demasia- do cortisol o inflamacion, insuficiente tono parasimpatico o resistencia a la insulina ), causan fisiopatologia, particu- larmente si son sostenidos en el tiempo. El estres agudo y cronico puede causar un des- equilibrio de los circuitos neuronales que favorece la 20 Junio nº 75 - 2020 AUDITORÍA Y GESTIÓN DE LOS FONDOS PÚBLICOS 16 Según McEwen, BS., Bowles, NP., Gray JD., “Mechanisms of stress in the brain.” Nature neuroscience vol. 18,10, 2015, pp. 1353-1363. 17 Según Goleman, D. Op.cit., 2011, pp.50-53 18 Según Goleman, D. Op.cit., 2011, pp.62 19 Justin B. Echouffo-Tcheugui, Sarah C. Conner, Jayandra J. Himali, Pauline Maillard, Charles S. DeCarli, Alexa S. Beiser, Ramachandran S. Vasan, Sudha Seshadri, “Circulating cortisol and cognitive and structural brain measures”, Neurology 91, 2018, https://n.neurology.org/content/91/21/e1961. 20 Según McEwen BS. En Allostasis and the Epigenetics of Brain and Body Health Over the Life Course: The Brain on Stress, JAMA Psychiatry. 2017;74(6):551-552.

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