Auditoría Pública nº 80. Revista de los órganos autonómicos de control extreno
Factores psicológicos del control en auditor y auditado en las administraciones públicas 111 Entre las creencias y percepciones del auditado se pueden destacar estas dos: ¡ Animadversión propia de la condición humana: “A nadie le gusta sentirse controlado, evaluado o criticado, ni calificado; a nadie le gusta que le digan que se está equivocando y mucho menos cuando está convencido de que pone todo lo necesario para su realización”. Esta circunstancia, que genera percepciones de sentirse amenazado, puede conducir al auditado a tener comportamientos de enfrentamiento, quizás solapado, que se caracterizan por: rechazo, inquietud, actitud defensiva y, en ocasiones actitudes competitivas, que intentan probar la capacidad del auditor para formular tal o cual observación. ¡ Sentimientos de desigualdad del auditado, que le lleva a interpretar que, en ocasiones, el auditor adopta una postura de superioridad, no por la posible diferencia jerárquica establecida, sino por el uso abusivo de su situación de controlador. Esta relación de desigualdad propicia distancias y dificulta las tareas a compartir, el intercambio y el enriquecimiento mutuo y de la tarea. Entre las percepciones del auditor se pueden destacar las siguientes: ¡ Aplicación de un enfoque orientado exclusivamente hacia la “inspección” conforme a criterios de la auditoría tradicional de las primeras etapas de la historia, cuyos objetivos primarios se centraban en la detección de irregularidades, ejerciendo un rol «policial», que castiga, que es indiferente y distante del auditado y que actúa menoscabando la estima del mismo. Las consecuencias de esta orientación es que se produce en el auditado sensación de indefensión, agravio, resentimiento y decepción, dificultando la finalidad que se pretende, con los nuevos enfoques de control interno, de hacer partícipes del proceso a todas las personas de la organización. ¡ Insuficiente reconocimiento hacia la labor del auditado, que puede observarse en cierta inclinación a detectar errores, fallos o resaltar aspectos negativos de la gestión, omitiendo el señalamiento de las cuestiones positivas. Esto provoca en el auditado miedo a que se exhiban sus debilidades, lo que conlleva actuaciones que limitan el suministro de información o la ocultan, o demoran la colaboración durante la auditoría, en el convencimiento que de este modo les va a ir mejor. ¡ Desconocimiento o incomprensión del entorno complejo en el que trabaja el auditado, ejercitando con insensibilidad la aplicación de la normativa sin tener en cuenta otros aspectos que influyen en el ambiente laboral del mismo. En esas ocasiones, se proponen procedimientos que no pueden implantarse porque, en las tareas diarias, el tiempo de respuesta a los problemas es primordial. Este distanciamiento entre auditor y auditado, provoca en éste falta de confianza y credibilidad hacia la función.
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