Auditoría Pública nº 81. Revista de los órganos autonómicos de control externo

76 REVISTA AUDITORÍA PÚBLICA / 81 1. The Basic Works of Aristotle, p. 959. 2. Chuan-Zhong Li, Anne-Sophie Crépin and Carl Folke (2018), pp. 309-353. 1. La resiliencia en una estrategia de riesgos El término resiliencia procede del latín resilio , que significa volver atrás, dar un salto o rebotar. La resiliencia es de amplio uso en numerosos ámbitos del saber, especialmente en el de la ciencia física. La resiliencia se puede definir como la capacidad de un material para recuperarse de una deformación producida por una fuerza externa, volviendo al punto de partida cuando cesa dicha fuerza. Por otro lado, la física distingue la tenacidad de la resiliencia: Mientras que la tenacidad es la capacidad de un material para soportar esfuerzos de rotura aplicados demanera lenta, en la resiliencia los esfuerzos son aplicados de manera brusca. Si nos remontamos más allá de la física (meta-física, en griego) hasta los filósofos clásicos, el término fortaleza sería el que más se acercaría al de resiliencia. Recordemos que, para Aristóteles, en su Ética a Nicómaco 1 , la fortaleza o valentía es una de las cuatro virtudes del hombre y que, como tal virtud, es un punto medio entre dos vicios o extremos: el del temor (falta de valentía o de fortaleza) y el de la temeridad (exceso de valentía o de fortaleza). En este trabajo se va a proponer a la resiliencia como punto medio entre otros dos extremos, a saber, el de la eficiencia y el de la seguridad. El término resiliencia fue trasladado a las ciencias sociales por Michael Rutter (1933-2021), profesor británico de psiquiatría infantil. De ahí que la resiliencia haya obtenido un especial desarrollo en el área de la psicología. Otra ciencia social, la economía, ha ido incorporando con el tiempo este término 2 , especialmente a través de la investigación socio-ecológica y del desarrollo sostenible, así como gracias a los análisis de riesgos. A este último respecto, podemos examinar la resiliencia desde el punto de vista de una matriz estratégica de gestión de riesgos, la cual se puede simplificar en los cuadrantes que conforman el eje de abscisas con el de ordenadas, con sus respectivos valores positivos y negativos. El eje de abscisas recoge la probabilidad de que ocurra un riesgo, mientras que el de ordenadas el impacto que originaría si ese riesgo tuviera lugar. En el extremo más alto del cuadrante superior derecho, cuando el riesgo es muy probable que ocurra y tiene un gran impacto, lo recomendable es abandonar el proyecto que se pretenda emprender. Por el contrario, en el extremo más bajo del cuadrante inferior izquierdo, cuando el riesgo es de muy baja probabilidad y de muy bajo impacto, se le puede ignorar. En los otros dos cuadrantes y en el resto de casos no contemplados en los dos primeros cuadrantes citados, es preferible establecer seguros o coberturas para protegerse del riesgo y mitigar sus efectos. Si nos fijamos en la tipología de riesgos empleados en las empresas, observaremos que es muy variada. Se suelen distinguir cuatro grandes grupos: riesgos económicos, financieros, operacionales y reputacionales. Este último tipo es de gran importancia por sí mismo, los otros tres se suelen desglosar en diferentes subtipos. Así, entre los riesgos económicos o riesgos de negocio cabe subrayar: riesgo de demanda; riesgo de inflación; riesgo tecnológico; riesgo regulatorio; riesgo país. Los riesgos financieros se pueden subdividir, a su vez, en riesgos de crédito y en riesgos de mercado. Entre los riesgos de crédito se pueden subrayar: riesgo de proveedor por quiebra u otros motivos; riesgo de contrapartida ante los clientes; riesgo de liquidez en tesorería; riesgo sistémico, es decir, por fallo del sistema financiero y económico. Entre los riesgos de mercado se encuentran: riesgo de tipos de interés; riesgo de tipos de cambio; volatilidades en los precios.

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