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REVISTA AUDITORÍA PÚBLICA / 84
¡ AP. El personal de Enfermería ha aumentado
sus competencias en Atención Primaria, aunque
eso también genera dudas entre la ciudadanía.
Ya sabes: “¡A mí que me vea la médica!” .
LG. Es una reacción de nuevos ricos. Las enfer-
meras son licenciadas que hasta hace poco no
podían recetar Paracetamol, mientras la médica
sigue haciendo funciones administrativas porque
la normativa es muy rígida. El rol del personal de
Enfermería en otros países es mayor, encargán-
dose de la atención inicial. Aquí, sin embargo,
parece que si no te ve el médico no te ve nadie.
A una persona recién operada del corazón, por la
noche le controla la enfermera, con criterio su-
ficiente para saber si necesita llamar al médico
ante un problema. Y, sin embargo, no nos fiamos
de que sea capaz de atender a un paciente con
catarro.
¡ AP. ¿Consideras necesario mejorar las condicio-
nes laborales de los profesionales?
LG. Soy crítico con la gestión del personal. La
Administración tiene dos inconvenientes res-
pecto a la gestión de personal: no incentiva ni
penaliza. Y solo se negocia, de manera reactiva,
cuando hay un problema. Pocas veces vemos
discusiones sobre cómo mejorar la gestión. Me
parece bien que se mejoren las condiciones la-
borales de los profesionales, pero a cambio de
mejoras en el funcionamiento del sistema.
¡ AP. Los y las profesionales sanitarios forman un
colectivo muy cualificado, cuya implicación en la
gestión es clave.
LG. Claro, porque los gestores sanitarios tienen
pocas atribuciones. Tienen la responsabilidad
pero no la atribución, sobre todo en materia de
personal. La sanidad es una empresa de perso-
nas de altísima cualificación que hay que implicar
en el proceso. Además, los facultativos tienen
libertad de prescripción, es decir, de generar
gasto. Así que tenemos un presupuesto, el que
ha aprobado el Parlamento, y la capacidad de los
facultativos de generar gasto libremente. Al ges-
tor le queda intentar cuadrar gastos e ingresos.
Por eso parece que se gestiona fatal, aunque la
realidad es que el gestor tiene poca influencia
ante esa situación.
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