Auditoría pública nº 69. Revista de los Órganos Autonómicos de Control Externo - page 77

7. Casi todos los expertos manifiestan una seguri-
dad en sí mismos y en su capacidad para tomar
decisiones.
8. Casi sin excepción, los expertos tienen un co-
nocimiento de la materia sobre la que trabajan
extraordinariamente actualizado.
9. Los tomadores de decisiones expertos parecen
ser más creativos a la hora de descubrir nuevos
sistemas para la toma de decisiones. Cuando se
les presenta un trabajo atípico, los expertos son
mejores a la hora de tomar las decisiones correc-
tas para solucionarlo. Los expertos son capaces de
sugerir/imaginar nuevos escenarios para reinter-
pretar las decisiones difíciles de forma novedosa.
En comparación, los novatos saben lo que saben,
pero parecen incapaces de crear nada nuevo.
10. Apesar de que los expertos tienen una buena comu-
nicación verbal, no son capaces de explicar de forma
ordenada suproceso de toma de decisiones. Pregun-
tados, se refieren a términos vagos como “esta era la
forma de hacerlo”. Esto es consistente con la automa-
ticidad observada en su toma de decisiones.
Además de lo anterior, los expertos en aspectos cogni-
tivos lo son porque poseen una sistemática única, una
habilidad personal para percibir relaciones que no son
aparentes para los demás. Finalmente, los expertos en
diagnosticar y catalogar situaciones, además, pueden
tomar decisiones acertadas basándose en muy poca
información. Son expertos porque pueden tomar de-
cisiones acertadas en un sistema de falta de certeza.
LOS EXPERTOS Y LOS SISTEMAS INFORMÁTICOS
La auditoría informática es algo que se da por sentado.
La administración electrónica y su fiscalización forman
parte de las conversaciones que mantenemos en nuestro
lugar de trabajo. La comprobación de la veracidad de las
bases de datos nos quita el sueño. Y estamos adentrán-
donos ya en la transformación digital de los órganos de
control externo. Dentro del escepticismo profesional creo
que tenemos que preguntarnos, ¿cuántas aplicaciones
duermen el sueño de los justos en nuestras organizacio-
nes, o son infrautilizadas? ¿Cuántos diseños de flujos de
trabajo se han convertido en un trabajo más, que intenta-
mos evitar, en vez de facilitarnos nuestro trabajo?
Usando sistemas de inteligencia artificial, los siste-
mas informáticos de toma de decisiones están desarro-
llándose para asistir o incluso para reforzar a las perso-
nas que toman decisiones. Pero cuando se intenta que
los expertos interactúen con esos sistemas, habitual-
mente es difícil (Michie 1982). A la pregunta de por qué
de la existencia de sistemas de ayuda a expertos que no
son usados, la explicación más plausible es que se nos
pide a los expertos que funcionemos como elementos
de introducir información, o que respondamos a pre-
guntas dejando al sistema la última decisión. Este tipo
de sistema elimina el entorno en el cual el experto gana
la confianza para convertirse en tal.
Por eso, no debería resultar extraño que los expertos
no estén deseando trabajar con este tipo de desarrollos
si se mantienen esas posiciones, que son fundamental-
mente incompatibles con la forma en la que perciben su
rol de expertos (Dreyfus and Dreyfus 1986).
Si este análisis es correcto, se debería dirigir más
atención en mantener el papel de los expertos en la toma
de decisiones, es decir, los sistemas de Inteligencia Ar-
tificial deberían crearse alrededor de las necesidades de
los expertos, más que esperar que los expertos adapten
sus necesidades y su forma de trabajar al sistema. Dicho
de otra forma, la opinión y la forma de trabajo de los
expertos deben ser determinantes a la hora de diseñar
los sistemas de ayuda a su trabajo, deben formar parte
de los equipos que desarrollen esos sistemas y ser re-
levantes en la toma de las decisiones clave de diseño e
implantación.
En este sentido, tanto la diligencia profesional como
el juicio del auditor o el escepticismo profesional son
algo más que definiciones teóricas de la posición del
auditor: Forman parte esencial del elenco de conoci-
mientos y características de los auditores públicos cuyo
desarrollo y mejora debería contemplarse en los planes
de formación.
Pero no podemos parar el tiempo, y por ello la me-
jora en los conocimientos de informática y manejo de
grandes cantidades de información como el “
data mi-
ning
”, bases de datos, etc... deben formar parte de la base
mínima de herramientas para el desarrollo de la función
de auditoría.
Y sin embargo humanos
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Auditoría Pública nº 69
(2017), pp. 69 - 76
BIBLIOGRAFÍA
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